Cada vez que me mudo un país, tardo meses en darme cuenta de la gran cantidad de cosas ilegales (aparentemente) que he estado haciendo. Y como dicen que no conocer la ley (aunque sean leyes absurdas) no exime de culpa, hoy te voy a explicar qué saber para vivir en Suiza -y ser un buen ciudadano-, porque es mucho más complejo de lo que parece. ¡Allá vamos!
¿Por dónde empezó? ¿Qué decir del país de las normas, los relojes y el queso? Lo primero, que el queso no se come en todo el país, sino que es una cosa de la parte francesa y alemana, pero no de la italiana, donde se come mucha más polenta y carne de caza. Pero dejemos lo cultural y gastronómico por un momento y vamos a lo importante: LAS NORMAS:
Reciclar no es solo una cuestión de acertar el contenedor
Aquí reciclar es mucho más que saber si la basura va al azul (cristal), al verde (aluminio), al rojo (papel) o al amarillo (PET). Además de saberte los colores de los contenedores, tienes que comprar unas bolsas especiales -cuyo color depende de la ciudad en la que vivas- a través de las cuales estás pagando los impuestos.
Lo curioso del tema es que pagas impuestos por partida doble: unos 100CHF al año como impuesto de basuras más cada vez que compras una bolsa de reciclaje especial.
¿Lo que personalmente llevo peor además de pagar una millonada por bolsas de basura? Que aquí no hay contenedor de plástico. Tienes que ir a cualquier supermercado y tirar las botellas allí, las cuales se acumulan en casa sin remedio.
Nadie va a subir a tu casa a entregarte nada
Otra cosa muy llamativa es que, no sé si por seguridad o por pereza, los repartidores dejan los paquetes en la entrada, junto a los buzones. Aquí nunca se entrega nada en mano (quiero pensar que si es un Uber Eats sí, pero aún no lo he probado), lo cual, aunque parezca extraño, es todo una ventaja porque puedes no estar en casa y aun así, sabes que recibirás el paquete y no tendrás que ir a una oficina de correos a buscarlo.
Además, los buzones aquí tienen 2 aberturas: una pequeña para cartas y una puertecita que cualquiera puede abrir para meter paquetes más grandes.
Las placas del buzón y del interfono van a juego
Y no te puedes librar de pagar la compañía de turno que hace esas placas y encargarle una. Todo tiene que ser perfectamente igual, así que cuando te mudas, tu casero te pedirá amablemente (o, dicho de otro modo, te obligará) a encargar una plaquita con tu nombre que, ya te aviso de antemano, no es nada barata. Mucho menos si lo comparas con escribir tu nombre en un papel y pegarlo al buzón.
El impuesto por televisión
Algo que debes saber -y estar preparado- es que al poco tiempo de activar el wifi y/o la televisión en casa, te llegará una carta para que pagues un impuesto (en el cantón Ticino, por ejemplo, son 350CHF al año) por ver la televisión.
Lo curioso es que NO IMPORTA si no ves la televisión o si ni siquiera tienes una en casa. Con tal de tener cualquier dispositivo receptor de internet, como un smartphone o el router de casa, ya te llegará la cartita.
Los revisores, escondidos entre los demás
Aunque en los países del norte de Europa muchas veces pensamos que colarse en el transporte público es lo más sencillo del mundo, no te recomiendo ni siquiera intentarlo en Suiza. Los revisores van sentados en el autobús como uno más y, cuando la gente termina de subir y se cierran las puertas, se levantan para pedir el billete a todos aquellos que acaban de entrar.
Así que mejor ahorrarse el ridículo, ser educado (eso siempre, estés en el país que estés), y pagar el billete.
La ropa en la lavandería o dentro de casa
La mayoría de edificios tienen cuartos de lavadora con lavadoras y tendederos compartidos entre todos los vecinos. Es una de mis partes preferidas de este país, porque me ha permitido conocer y hacer vida social con mis vecinos y de paso ahorrarme el trámite de buscar y comprar una lavadora.
Pero eso sí, tengas o no este magnífico cuarto, ni se te ocurra colgar tu ropa en la ventana. En muchas ciudades -sobre todo en el centro- está prohibido.
Supongo que no quieren que esto termine pareciéndose a la caótica -pero hermosa y deliciosa- ciudad de Nápoles.
Pedir la parada, en el tren
Como lo lees, aquí no solo pides parada en el bus, sino que hay algunos trenes -de los pequeños de ciudad- en los que tienes que pedir la parada. Lo más interesante es que hay paradas en las que va a parar, al margen de que lo llames o no, y hay otras que necesitan que alguien lo solicite. ¿El por qué? Todavía estoy intentando descubrirlo
Como puedes ver, Suiza tiene muchas normas -algunas te favorecen, otras te salen muy caras y generan mucha confusión-. Sin embargo, lo más importante es que leas la página web del ayuntamiento de la ciudad porque, como has podido ver, muchas cosas vas a tener que aprenderlas por tu cuenta y, si no adoptas una actitud proactiva, puedes terminar recibiendo una multa de 200CHF por haber reciclado mal. Y sí, aquí abren algunas bolsas de basura que no están recicladas correctamente y, si encuentran tus datos en un ticket, carta o lo que sea, te mandan el papelito con la multa. Es fantástico.
Así que mucho cuidado y mucha suerte en esta nueva e increíble aventura de vivir en Suiza (y ser un buen ciudadano). Una servidora se marcha. Una pena, porque esto empezaba a ponerse divertido.